San Crisóstomo de Cirene, patrón de los vuelos tranquilos. En el siglo II fue lanzado en catapulta por los romanos contra los muros de la ciudad de Iol Cesarea y cayó de pié. Por desgracia, de la emoción se le agravó una caries y un pastor le tiró una pedrada mortal a la cabeza al escuchar sus alaridos de dolor y confundirle con un abejaruco.